1. Los muros que nos aprisionan son mentales, no reales.
Un oso recorría constantemente arriba y abajo los seis metros de largo de la jaula. Cuando, al cabo de cinco años, quitaron la jaula, el oso siguió recorriendo arriba y abajo los mismos seis metros como si aún estuviera en la jaula. Y lo estaba... para él...
Oso en libertad |
2. Nuestros enemigos no son los que nos odian, sino aquellos a quienes nosotros odiamos.
Un exconvicto de un campo de concentración nazi fue a visitar a un amigo que había compartido con él tan penosa experiencia.
–¿Has olvidado ya a los nazis?, le preguntó a su amigo.
–Sí, dijo este.
–Pues yo no, aún sigo odiándolos con todo mi alma.
–Entonces aún siguen teniéndote prisionero.
3. La mayoría de las veces los defectos que vemos en los demás son nuestros propios defectos.
–Perdone señor, –dijo el tímido estudiante–, pero no he sido capaz de descifrar lo que me escribió usted al margen en mi último examen.
–Le decía que escriba usted de un modo más legible, le replicó el profesor.
4. Felicidad.
Decía un anciano que solo se había quejado una vez en toda su vida. Cuando iba con los pies descalzos y no tenía dinero para comprar zapatos. Entonces vio a un hombre feliz que no tenía pies y nunca volvió a quejarse.
Pies descalzos |
5. Diógenes.
Estaba el filósofo Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey.
Y le dijo Aristipo:
–Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas.
A lo que replicó Diógenes:
–Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey.
Me han encantado todos los cuentos que seleccionaste. Muy aleccionadores. Gracias por compartirlos. Saluditos...
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