1. Los muros que nos aprisionan son mentales, no reales. Un oso recorría constantemente arriba y abajo los seis metros de largo de la jaula. Cuando, al cabo de cinco años, quitaron la jaula, el oso siguió recorriendo arriba y abajo los mismos seis metros como si aún estuviera en la jaula. Y lo estaba... para él... Oso en libertad 2. Nuestros enemigos no son los que nos odian, sino aquellos a quienes nosotros odiamos. Un exconvicto de un campo de concentración nazi fue a visitar a un amigo que había compartido con él tan penosa experiencia. –¿Has olvidado ya a los nazis?, le preguntó a su amigo. –Sí, dijo este. –Pues yo no, aún sigo odiándolos con todo mi alma. –Entonces aún siguen teniéndote prisionero. 3. La mayoría de las veces los defectos que vemos en los demás son nuestros propios defectos. –Perdone señor, –dijo el tímido estudiante–, pero no he sido capaz de descifrar lo que me escribió usted al margen en mi último examen. –Le decía que es...
Un blog de Iker Peña Hernández