No digo que Francisco haya sido un mal papa, pero de lo que dijo que iba a hacer y que pretendía cambiar a lo que después ha hecho, va un trecho. Y es que la Iglesia sigue anclada en la Edad Media y hay cuestiones innegociables que no tiene intención de modificar jamás, como su condena del aborto y la eutanasia, el carácter masculino del sacerdocio o el matrimonio igualitario.
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El papa Francisco |
No podemos olvidar que hoy, al que tanto se llora y se elogia, no deja de ser el presidente de un Estado dictatorial, machista, misógino, homófobo y refugio de pederastas. Un Estado, el Vaticano, donde está prohibido militar en un partido político que no sea cristiano, en el que los sindicados están vetados y donde tampoco hay derechos laborales.
Su presidente, el papa, es infalible –nunca se equivoca– y la Iglesia, que lleva más de 2000 años adaptándose, es una gran empresa que necesita una gran clientela que la mantenga. Por no mencionar, que esta institución vive en una permanente contradicción.
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Bergoglio, el 266.º papa del Vaticano |
Jorge Mario Bergoglio (1936-2025) no era más que un hombre, dialogante, sí, pero un jesuita hipócrita que apoyaba la dichosa Agenda 2030, el “no tendrás nada y serás feliz” (su cara invisible). Francisco nos deja frases memorables como: “el aborto es un asesinato”, “la Iglesia no debe ser una ONG”, “vacunarse es un acto de amor” o su polémico “ya hay demasiado mariconeo”, sobre los seminaristas homosexuales. Luces y sombras de un papa no tan maravilloso como ahora nos pintan.
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