Ahora sí que sí, entrados en diciembre ya huele a Navidad, y además de los turrones, los polvorones, el árbol y el pesebre, son muchos los que preparan una corona de Adviento, que tampoco puede faltar. Esta tradición cristiana, que procede de Centroeuropa, se prepara con ramas verdes entrelazadas, generalmente de pino o abeto, que son de hoja perenne y no la pierden en invierno, como Dios tampoco cambia y es inmortal.
Corona de Adviento |
La corona incluye cuatro velas que simbolizan la salvación y la luz que ahuyenta las tinieblas y el pecado. Su forma circular remite a la eternidad, a la unidad del todo. ¿Y, por qué cuatro y no seis velas? Porque cada una representa uno de los cuatro domingos de Adviento y cada domingo se enciende una vela, hasta que se prenden todas en Nochebuena. De hecho, cada una tiene un nombre y un significado: la primera es la vela del Profeta y simboliza la esperanza; la segunda es la de Belén y representa la Salvación; la tercera es la vela de los Pastores y simboliza la Alegría, y la cuarta y última vela es la de los Ángeles, los mensajeros que llevaron al mundo la noticia del nacimiento milagroso.
Por cierto, la tercera vela es de color rosa y las demás, son moradas. ¿Sabías que la luz de todas ellas nos habla de la iluminación interior? Eso sí, si queremos preparar una bonita corona de Adviento, vamos un pelín tarde.
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