Por mucho que la UER (Unión Europea de Radiodifusión) defienda su carácter apolítico en Eurovisión, el festival, nos guste o no, siempre ha estado muy politizado. Ya no gana la mejor canción ni la mejor voz del certamen, sino que influyen otros factores “menos musicales” como el vestuario, la puesta en escena o el propio espectáculo de fuegos, luces y efectos especiales.
Dana International ganó el festival en 1998 por ser la primera cantante abiertamente transgénero. Conchita Wurst se alzó con la victoria en 2014 por desafiar los estereotipos (con barba y vestido). Ucrania ganó la 66.ª edición en 2022 como señal de apoyo de Europa en plena guerra con Rusia (expulsada del certamen por la UER ese mismo año) y Nemo ganó el pasado año por ser una persona no binaria (que no se identifica ni con el género masculino ni con el femenino).
¿Y por qué no ha vuelto a ganar España desde 1969? Sus posibilidades de victoria se reducen año tras año y, detrás hay desde factores geopolíticos y de votación, hasta estrategias poco efectivas por parte de RTVE. Israel, sin ir más lejos, ha usado publicidad institucional para movilizar el voto del público en Eurovisión 2025, de ahí su segundo puesto en el ranking final. Ante este despropósito, la UER defiende su sistema de televoto y es difícil que expulse a este país del concurso musical porque uno de sus principales patrocinadores, Moroccanoil, es precisamente israelí.
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La representante israelí, Yuval Raphael |
Así que da igual que llevemos a la hipnótica Chanel, a la maravillosa y entregada Melody o a cualquier otro artista español, porque la victoria es prácticamente imposible. Tanto el voto del “jurado profesional” de cada país, como el voto del público son más que cuestionables. Pastora Soler (2012) no mereció un décimo puesto, Chanel (2022) fue perjudicada por la guerra en Ucrania y Melody debería haber quedado como mínimo entre los 10 primeros puestos. Su actuación del sábado fue impecable y ha sido una suerte que nos representara. “La música está por encima de todo”, como comenta la sevillana.
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