El bidé es ese accesorio del cuarto baño que no sabemos muy bien para qué sirve pero tiene su función. Fue creado a finales del siglo XVII por fabricantes de muebles franceses como receptáculo de agua destinado a que los jinetes se aliviasen tras una dolorosa jornada a caballo.
Bidé de madera |
Los primeros eran móviles y consistían en un armazón de madera con respaldo y una tapa que ocultaba una palangana de loza decorada. En 1750 apareció con una jeringuilla que lanzaba una lluvia ascendente. Su difusión entre la mayoría de la población fue casi a la par con la ducha.
Este accesorio fue a menudo objeto de polémica y su uso estuvo tan restringido que muchos no lo veían útil, aunque países como Italia y Portugal hicieron obligatoria su instalación en los baños. Napoleón, por ejemplo, lo usaba para aliviar el escozor de sus posaderas y muslos después de cabalgar. Hoy en día, el bidé es muy común en algunos países europeos, americanos y hasta en algunas partes de Asia. Y es que quién no tiene o ha tenido alguno en su cuarto de baño.
Bidé actual, más moderno |
Su función resulta obvia: la higiene íntima, pero te contaré un secreto: yo lo usaba en verano para lavarme la planta de los pies después de una jornada en chanclas. Cada maestrillo tiene su librillo.
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