Y del Coliseo, volvemos al Vaticano porque desde ayer todas las miradas están puestas en la chimenea de la Capilla Sixtina que en breve anunciará la elección del nuevo papa. Nos encontramos en la segunda jornada del cónclave, una reunión secreta de los cardenales de la Iglesia Católica cuya finalidad no es otra que la de elegir a un nuevo sumo pontífice.
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Los cardenales en la Capilla Sixtina |
La palabra cónclave viene del latín cum clave (literalmente "con llave"), y hace referencia al hecho de que los cardenales son encerrados y aislados para garantizar la discreción del proceso. En esta ocasión, son 133 los que participan, todos menores de 80 años y con una media de 70.
Las votaciones se realizan bajo estrictas normas recogidas en la constitución apostólica Universi Dominici Gregis (1996), modificada por los papas posteriores. ¿Y cómo se vota? Cada cardenal escribe un nombre en una papeleta y la deposita en una urna. En cada jornada del cónclave se realizan hasta cuatro votaciones (dos por la mañana y dos por la tarde) y para que alguien sea elegido papa, se necesita una mayoría de dos tercios de los votos. Después de cada votación, se queman las papeletas. Si no hay resultado, la fumata es negra; pero si hay un papa electo, el humo es blanco. Es entonces cuando el decano pregunta al cardenal electo si acepta y con qué nombre quiere ser llamado. Poco después, se anuncia al mundo con el tradicional: "Habemus Papam".
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La chimenea que nos habla |
Los cónclaves modernos suelen durar muy pocos días. Tres el de Juan Pablo II en 1978, dos el de Benedicto XVI en 2005 y dos el del papa Francisco en 2013. Pero ¿sabías que el más largo de la historia duró dos años y nueve meses? Fue el cónclave de Viterbo (1268-1271) y se celebró tras la muerte del papa Clemente IV. ¿Será Pietro Parolin, de 70 años, el próximo papa? Pronto lo sabremos.
Gracias Iker
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