El arquitecto, ingeniero y escultor valenciano Santiago Calatrava era un referente de la arquitectura mundial hasta 1996. Es además uno de los nombres más conocidos fuera de nuestro país en cuestión de arquitectura, para bien y para mal. Y es que Calatrava, premiado con el Príncipe de Asturias de las Artes en 1999 y el Premio Nacional de Arquitectura en 2005, ha sido denunciado por Venecia, Holanda, Oviedo, Bilbao, Murcia... Hasta el mismo The New York Times le dedicó en 2009 un artículo en el que destacaba los clientes enfurecidos que va dejando por el camino, "una preocupante incongruencia entre la extravagancia de su arquitectura y el limitado propósito al que sirve". Sus obras, espectaculares a simple vista, no tienen sentido alguno y dejan al descubierto las carencias del arquitecto. Entre todas sus pifias encontramos desde puentes que resbalan, goteras e inundaciones en importantes edificios o monumentos móviles que no se mueven.
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| El arquitecto en la construcción de una de sus obras |
La Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia es una de sus obras más polémicas, con un coste final de 1.300 millones de euros de hormigón sin cultura, mil más de lo presupuestado en un principio. El revestimiento del Palau de les Arts (2006) se cae a trozos. Su coste inicial era de 109 millones de euros, aunque al final costó 382 millones. Es un edificio lleno de enormes errores. La visibilidad es uno de los principales problemas de la sala de ópera del Palau de les Arts. Pese a haberse suprimido alguna de estas localidades, sigue habiendo muchas con visibilidad deficiente. Por no hablar de la sala sinfónica a la que se debe acceder en ascensor, con los problemas que ello supone.
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| El Palau de les Arts de Valencia |
La ciudad de Bilbao también ha denunciado al arquitecto valenciano en más de una ocasión. El Puente de Zubizuri (1997) que atraviesa el río Nervión, cuya pasarela es de cristal, se convirtió en una verdadera pista de patinaje los días de lluvia. Para evitar más resbalones, se tuvo que añadir una moqueta. Además se añadió una rampa de acceso para minusválidos desde un edificio anexo al puente. Debido a ello, Calatrava denunció al Ayuntamiento por "daños morales" al mutilar su obra y exigió una indemnización de 3 millones de euros. La Audiencia Provincial de Bizkaia le dio la razón, pero redujo la indemnización a 30.000 euros.
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| La moqueta del puente de Zubizuri en Bilbao |
Otro caso paradigmático es el aeropuerto de Bilbao. La terminal tuvo que reformarse siete años después de su inauguración para que los usuarios no tuvieran que esperar a la intemperie. La mejora y la cubierta de la terminal costó 3,3 millones de euros.
En Oviedo Calatrava también ha construido otro gran edificio, el Palacio de Congresos (2011). En agosto de 2007 tres trabajadores resultaron heridos al caer una pieza de 500 metros cuadrados que estaba a 15 metros de altura. El arquitecto tuvo que pagar 3,5 millones de euros a la aseguradora. Pero hay más, la visera del edificio móvil se dejó fija por motivos de seguridad.
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| El Palacio de Congresos de Oviedo |
El Puente de Vistabella (1998) es una pasarela peatonal de la ciudad de Murcia. Los vecinos reclamaron al Ayuntamiento que solucionara las caídas y resbalones. A causa del suelo de cristal hubo que poner también moqueta, cuyo coste fue de 60.000 euros. Antes, se gastaron más de 100.000 euros en restaurar losetas rotas.
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| Vecinos de Murcia protestan en el puente Calatrava |
El Auditorio de Tenerife (2003) tampoco acababa de resultar del todo seguro, y es que en su apertura al público era imposible acceder en silla de ruedas, había goteras bajo las vidrieras y grietas en el ala principal.
El Obelisco de Madrid (2009) situado entre las Torres Kio tampoco se mueve, y eso que en su origen era móvil. Venecia le acusa de un sobrecoste en la construcción de un puente inaugurado en 2008. El Puente de la Constitución tuvo que ser reformado porque no estaba adaptado para discapacitados.
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| El Puente de la Constitución de Venecia |
Y en Holanda le reclaman 50 millones de euros por la oxidación de los puentes de Haarlemmemeer.
El pobre no levanta cabeza, demasiadas pifias en tan poco tiempo. Él vende sus diseños y son las administraciones públicas las que adquieren estos edificios carentes de funcionalidad. 'Calatrava no nos calla' o 'Calatrava te la clava' son dos páginas web que denuncian sus proyectos ruinosos. Lo cierto es que Santiago Calatrava tiene ya más demandas que premios, por algo será.
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